“Las tesis de Abril” de Lenin
Las Tesis de Abril.
Autor: Vladimir Ilich Ulianov, Lenin
(escrito en Abril de 1917)
Edición del análisis: Fundación
Federico Engels, 1988
Prólogo del articulista: La
dialéctica y el partido bolchevique.
La dialéctica no es un concepto frío
e inanimado de los libros de filosofía. La lucha de opuestos se
da constantemente en todos los órdenes de la vida y sólo
enfrentando la tesis con la antítesis podemos llegar a la síntesis.
Nada escapa a esta lucha, ni siquiera el partido bolchevique.
Aquéllos que crean que la labor (teórica y práctica)
revolucionaria de Lenin y del resto de bolcheviques fue lineal,
unánime y consensuada, está muy equivocado. En el partido
bolchevique, como no podía ser de otra manera, había total
libertad para debatir las diferentes estrategias para acabar con
el capitalismo. Eran unos debates imprescindibles, ya que la
realidad está en constante cambio y movimiento, y aunque el
objetivo lo podemos tener claro, los caminos para conseguir ese
objetivo dependen de las condiciones objetivas de la realidad
concreta. Por ello, los debates entre bolcheviques eran
encendidos, acalorados e incluso viscerales (sólo hay que leer las
actas de los congresos para comprobar cómo se gritaban los unos a
los otros). Aquéllos que crean que en el partido bolchevique Lenin
mandaba y el resto obedecía, están muy equivocados. Resumiéndolo
mucho, el centralismo democrático consiste en la máxima libertad
para debatir las estrategias y, una vez votadas, máxima unidad para
llevarlas a cabo. Uno de los debates más importantes de la
historia del partido bolchevique (y de la historia de la humanidad)
se dio en Abril y mayo de 1917.
Tras la revolución democrático
burguesa de febrero de 1917, en Rusia se creó un doble poder:
el del Gobierno Provisional (el oficial, dominado por la burguesía y
que seguía los dictados de las potencias imperialistas occidentales)
y el de los Sóviets (comités democráticos de obreros y soldados).
La dirección bolchevique de Petrogrado (cuyo comité central estaba
dirigido por Stalin y Kamenev) adoptó una actitud ambivalente
con respecto al gobierno provisional. El dilema al que se enfrentaba
el partido bolchevique era obvio: Rusia era un país atrasado
tecnológicamente y, a nivel económico, era principal y
mayoritariamente agrícola. A excepción de algunos núcleos urbanos
donde la industria se había desarrollado plenamente, la clase
proletaria (la única clase revolucionaria) era una minoría, siendo
superada con creces por el campesinado y por la pequeña burguesía.
Por lo tanto ¿era necesaria la consolidación de una revolución
democrático-burguesa que desarrollara las fuerzas productivas del
país, algo imprescindible (en teoría) para llegar al socialismo? O
dicho de otra manera: ¿el partido bolchevique debía o no apoyar al
Gobierno Provisional, fruto (en teoría) de la revolución
democrático-burguesa y que debía (en teoría) desarrollar esas
fuerzas productivas? E.H. Carr lo resume mucho mejor que yo:
“La revolución de febrero de 1917
trajo de vuelta a Petrogrado, desde Siberia y desde el exilio en el
exterior, a una multitud de revolucionarios anteriormente proscritos.
(...) los miembros del Soviet, con pocas excepciones, se contentaban
con reconocer en los acontecimientos de febrero la revolución
burguesa rusa que establecería un régimen democrático-burgués
según el modelo occidental, y posponían la revolución socialista a
una fecha futura aún indeterminada. La cooperación con el gobierno
provisional era la conclusión de este punto de vista, que compartían
los dos primeros dirigentes bolcheviques que regresaron a Petrogrado:
Kamenev y Stalin.” (E.H. Carr, La Revolución Rusa: de Lenin a
Stalin (1917-1929), Ediciones Altaya, 1996, páginas 13).
“En lo que atañe al esquema general
del camarada Lenin (...) nos parece inaceptable, por cuanto su punto
de partida es considerar consumada la revolución
democrático-burguesa y prevé la inmediata transformación de esta
revolución en revolución socialista” (Kámenev, Pravda, número
27)
En cuanto a la guerra imperialista de
rapiña llamada 1ª Guerra Mundial, la mayoría de los dirigentes
bolcheviques defendían la teoría del “Defensismo
revolucionario”: había que continuar con la guerra pero no con
fines de conquista, sino solamente con fines de defensa.
“Mientras el soldado alemán obedezca
al Káiser, el soldado ruso debe permanecer en su puesto, contestando
a las balas con las balas y a los obuses con obuses. Nuestra consigna
no debe ser un ¡Abajo la guerra! sin contenido. Nuestra consigna
debe ser ejercer presión sobre el gobierno provisional con el fin de
obligarle (...) a tantear la disposición de los países beligerantes
respecto a la posibilidad de entablar negociaciones inmediatamente
(...) entre tanto, todo el mundo debe permanecer en su puesto de
combate” (Stalin, Pravda, 14 de marzo de 1914).
Lenin llegó a Petrogrado la noche del
3 de abril de 1917 con la intención de plantear las nuevas tareas
del partido revolucionario y dar un giro a esa actitud ambivalente
del Partido Bolchevique con respecto al Gobierno Provisional y a la
participación en la 1ª Guerra Mundial. El 4 de abril, Lenin
leyó sus tesis en dos reuniones: primero, en una asamblea de
bolcheviques (delegados de la Conferencia de toda Rusia de los
Sóviets de diputados Obreros y Soldados), y posteriormente, en una
asamblea de delegados bolcheviques y mencheviques que deseaban
estudiar el problema de la unificación del Partido Obrero
Socialdemócrata de Rusia. “Las tareas del proletariado en la
presente revolución” fueron publicadas en el número 26 de
Pravda (7 de abril de 1917). Debido a la controversia que generó las
ideas de Lenin dentro del partido bolchevique, se decidió llevar el
debate a la Conferencia Nacional del Partido Obrero Socialdemócrata
de Rusia, el 20 de abril de 1917. Lenin escribió “Cartas sobre
la táctica” (escrito entre el 8 y el 13 (21 y 26) de abril de
1917) y “Las tareas del proletariado en nuestra revolución”
(escrito el 10 (23) de abril de 1917). “Las Tesis de Abril” se
completan con un epílogo escrito por Lenin el 28 de mayo (10 de
junio) de 1917.
Otro valor añadido de “Las Tesis de
Abril” es que en ellas podemos encontrar ideas que serían
profundamente desarrolladas por Lenin, unos meses después, en “El
Estado y la Revolución”.
1. Actitud de los bolcheviques ante
la 1ª Guerra Mundial.
Lenin lo tenía muy claro: para un
marxista, el problema de la guerra sólo se puede plantear de manera
revolucionaria.
“(...) es intolerable la más pequeña
concesión al “defensismo revolucionario”. El proletariado
consciente sólo puede dar su asentimiento a una guerra
revolucionaria, que justifique verdaderamente el defensismo
revolucionario, bajo las siguientes condiciones: a) paso del Poder a
manos del proletariado y de los sectores pobres del campesinado a él
adheridos; b) renuncia de hecho, y no de palabra, a todas las
anexiones c) completo rompiento de hecho con todos los intereses del
capital. Dada la indudable buena fe de grandes sectores de
defensistas revolucionarios de filas (...) y dado su engaño por la
burguesía, es preciso aclararles su error de un modo singularmente
minucioso, paciente y perseverante, explicarles la ligazón
indisoluble del capital con la guerra imperialista y demostrarles que
sin derrocar el capital es imposible poner fin a la guerra con una
paz verdaderamente democrática y no impuesta por la violencia.
Organizar la propaganda más amplia de este punto de vista en el
ejército de operaciones. Confraternización en el frente” (Lenin,
Las Tesis de Abril, pgs 3 y 4)
Tal como señala Lenin, las guerras no
están determinadas por las buenas (o malas) intenciones de los
contendientes, sino por el carácter de clase del gobierno que
las hace.
“La guerra no ha sido engendrada por
la voluntad maligna de los bandidos capitalistas, aunque es indudable
que se hace sólo en interés suyo y sólo a ellos enriquece. La
guerra es producto de medio siglo de desarrollo del capital mundial,
de sus miles de millones de hilos y vínculos. Es imposible salir de
la guerra imperialista, es imposible conseguir una paz democrática,
una paz no impuesta por la violencia, sin derribar el Poder del
capital y sin que el Poder del Estado pase a manos de otra clase, del
proletariado (...) Esta revolución ha dado el primer paso hacia el
cese de la guerra. Pero sólo un segundo paso puede asegurar ese
cese, a saber: el paso del Poder del Estado a manos del proletariado.
Eso será el comienzo de la “ruptura del frente” en todo el
mundo, del frente de los intereses del capital; y sólo rompiendo ese
frente, puede el proletariado redimir a la humanidad de los horrores
de la guerra y asegurarle el bien de una paz duradera.” (Lenin, Las
Tesis de Abril, pg 33)
No obstante, tampoco hay que caer en el
sectarismo y rechazar “por principio” todo tipo de reforma. La
clave para no caer en el reformismo es no perder nunca el objetivo
final: la destrucción del capitalismo, no su reforma.
“Se puede y se debe exigir de los
gobiernos burgueses las más diversas reformas; lo que no se puede,
sin caer en el (...) reformismo, es pedir a esas gentes y a clases
envueltas una y mil veces en la red del capital imperialista que
desgarren esa red; y si esa red no se desgarra, cuanto pueda
predicarse sobre la guerra contra la guerra no serán más que frases
vacuas y engañosas.” (Lenin, Las Tesis de Abril, pg 47)
Cuando se abandona una política de
clase, es terriblemente frecuente caer en todo tipo de prejuicios
pequeñoburgueses. Eso mismo le ocurrió a la II Internacional
con su política social-chovinista apoyando a los gobiernos de sus
respectivos países en la 1ª Guerra Mundial. Algunos “socialistas”
justificaban el apoyo a la guerra porque las masas trabajadoras,
embriagadas por el patriotismo, demandaban un apoyo al gobierno
durante la guerra. Lenin lo deja muy claro: hay que estar con las
masas, pero no podemos caer en los mismos prejuicios de las masas por
miedo a que éstas nos excluyan. Por motivos estratégicos y para
evitar caer en el sectarismo, podemos ser flexibles en las formas,
pero en ningún caso podemos renunciar a nuestros objetivos para
gozar del favor de las masas. Eso es oportunismo.
2. Ningún apoyo al Gobierno
Provisional. La Revolución Democrática-Burguesa ha acabado.
Para Lenin, la revolución
democrático-burguesa ya se había producido en Rusia. Tal como
explica en las páginas 11 y 12 de “Las Tesis de Abril”,
antes de la Revolución Rusa de Febrero-Marzo, el poder lo detentaba
la nobleza feudal terrateniente y el Zar. A partir de la revolución
democrático-burguesa de febrero y marzo, ese poder del Estado
pasa de una clase a otra: la nobleza terrateniente pierde el
poder del Estado y dicho poder pasa a manos de la burguesía. Ese
traspaso de poder entre clases marca el triunfo de la Revolución
Democrático-Burguesa. Marxistas dogmáticos como Plejanov se
negaban a reconocer este hecho, ya que los frutos de la revolución
democrático-burguesa todavía no se habían conseguido. A esto,
Lenin responde lo siguiente:
“(...) concretamente las cosas han
sucedido de modo distinto a lo que (...) podía esperarse: han
sucedido de un modo más original, más peculiar, más variado (...)
“La dictadura democrático-revolucionaria del proletariado y el
campesinado” ya se ha visto realizada (en cierta forma y hasta
cierto punto) en la revolución rusa, pues esta fórmula prevé
solamente una correlación de clases, y no la institución política
concreta que realiza esta correlación (...) “El Sóviet de
Diputados Obreros y Soldados”: ahí tienen ustedes, ya plasmada por
la vida, “la dictadura democrático-revolucionaria del proletariado
y los campesinos (...) La dictadura democrático-revolucionaria del
proletariado y el campesinado ya se ha visto cumplida, pero en forma
extraordinariamente original” (Lenin, Las Tesis de Abril, pg
11 y 12)
A pesar de todo, Lenin no duda en
señalar el carácter reaccionario del Gobierno Provisional de
Kerensky, Lvov y compañía, cuyo carácter democrático-burgués
es muy limitado, similar a la propia burguesía rusa, empantanada con
la aristocracia zarista por miles de lazos económicos y familiares.
“La burguesía instaurada en el Poder
ha formado un bloque (una alianza) con elementos manifiestamente
monárquicos (...) El nuevo gobierno burgués (...) ha intentado e
iniciado negociaciones con los Romanov para restaurar la monarquía
en Rusia. Encubriéndose con fraseología revolucionaria, este
gobierno entrega los puestos dirigentes a los partidarios del antiguo
régimen y se esfuerza por reformar lo menos posible todo el aparato
del Estado (ejército, policía, burocracia), poniéndolo en manos de
la burguesía (...) Deja intacta la propiedad terrateniente del
suelo, base material del zarismo feudal. Este gobierno no piensa
siquiera en investigar, hacer públicos y controlar los manejos de
las organizaciones financieras monopolistas, de los grandes bancos,
de los consorcios y cártels capitalistas, etc. Las carteras más
importantes y decisivas del nuevo gobierno (los ministerios del
Interior y de la Guerra (...) de todo el aparato destinado a oprimir
a las masas) se hallan en manos de monárquicos notorios y de
partidarios reconocidos de la gran propiedad terrateniente (...)
Kerenski, representante de los Trudoviques (grupo de demócratas
pequeñoburgueses populista y rural (nota del articulista) y
“socialista por añadidura”, no desempeña más papel que el de
adormecer con frases sonoras la vigilancia y la atención del pueblo”
(Lenin, Las Tesis de Abril, pg 24)
En conclusión, los Sóviets de
diputados obreros, soldados y campesinos NO debían apoyar al
Gobierno Provisional, por su carácter capitalista (fruto de la
revolución democrático-burguesa) y por sus raíces con el zarismo
(debido a la debilidad de la burguesía rusa).
3. ¡Todo el poder para los Sóviets!
Tal como dije en el prólogo, en Rusia
existía un doble poder: el del Gobierno Provisional (que
carecía de poder real) y el de los Sóviets (que tenía todo el
poder en sus manos).
“...La peculiaridad esencial de
nuestra revolución, la que más imperiosamente requiere una atención
reflexiva, es la dualidad de poderes, surgida ya en los primeros días
que siguieron al triunfo de la revolución. Esta dualidad de poderes
se manifiesta en la existencia de dos gobiernos: el gobierno
principal, auténtico y efectivo de la burguesía, el “Gobierno
Provisional” (...) que tienen en sus manos todos los órganos de
poder, un gobierno suplementario (...) encarnado en el Sóviet de
Diputados Obreros y Soldados de Petrogrado, que no dispone de los
órganos de Poder del Estado, pero que se apoya directamente en la
indudable mayoría absoluta del pueblo, en los obreros y soldados
armados (...)” (Lenin, Las Tesis de Abril, pg 26)
No obstante, los Sóviets no eran
conscientes de su propio poder y se sometían y subordinaban
voluntariamente a la autoridad del Gobierno Provisional.
“el Sóviet (...) de Petrogrado (...)
entrega voluntariamente el Poder del Estado a la burguesía y a su
Gobierno Provisional, le cede voluntariamente la primacía,
suscribiendo con él el compromiso de apoyarle, y se contenta con el
papel observador (...) En un Estado no pueden existir dos poderes.
Uno de ellos tiene que reducirse a la nada, y toda la burguesía de
Rusia labora ya con todas sus fuerzas (...) para eliminar, debilitar
y reducir a la nada los Sóviets de Diputados Obreros y Soldados,
para crear el Poder único de la burguesía.” (Lenin, Las Tesis
de Abril, pgs 26 y 27)
¿Y por qué los Sóviets cedían
voluntariamente ese poder? Lenin señala varios motivos. El primero,
por la influencia dañina del reformismo pequeñoburgués.
“Rusia está hoy en ebullición.
Millones y decenas de millones de hombres que se habían pasado diez
años aletargados políticamente, en quienes el espantoso yugo del
zarismo y los trabajos forzados al servicio de los terratenientes y
de los fabricantes habían matado toda sensibilidad política, han
despertado y se han incorporado a la vida política.” ¿Y quiénes
son esos millones y decenas de millones de hombres? Son, en su
mayoría, pequeños propietarios, pequeños burgueses, gentes que
ocupan un lugar intermedio entre los capitalistas y los obreros
asalariados. Rusia es el país más pequeñoburgués de toda Europa.
Esta gigantesca ola pequeñoburguesa lo ha inundado todo, ha
arrollado al proletariado consciente no solo por la fuerza del
número, sino también ideológicamente; es decir, ha arrastrado y
contaminado con sus concepciones pequeñoburguesas de la política a
grandes sectores de la clase obrera (...) Una actitud de confianza
inconsciente hacia los capitalistas, los peores enemigos de la paz y
del socialismo; eso es lo que caracteriza la política actual de las
masas en Rusia (...) La debilidad numérica del proletariado en
Rusia, su insuficiente conciencia de clase y su deficiente
organización: he ahí el reverso de la medalla” (Lenin, Las
Tesis de Abril, pg 27 y 28)
“Sólo luchando contra esa
inconsciencia confiada (lucha que puede y debe librarse únicamente
con las armas ideológicas, por la persuasión amistosa, invocando la
experiencia de la vida) podremos desembarazarnos del desenfreno de
frases revolucionarias imperantes e impulsar de verdad tanto la
conciencia del proletariado como la conciencia de las masas.”
(Lenin, Las Tesis de Abril, pg 28)
Segundo motivo: porque los
bolcheviques eran minoría dentro de los Sóviets.
“Reconocer que, en la mayor parte de
los Sóviets de diputados obreros, nuestro Partido está en minoría
y, por el momento, en una minoría reducida, frente a un bloque de
todos los elementos pequeñoburgueses y oportunistas- sometidos a la
influencia de la burguesía y que llevan dicha influencia al seno del
proletariado (...) Explicar a las masas que los Sóviets de diputados
obreros son la única forma posible de gobierno revolucionario y que,
por tanto, mientras este gobierno (los soviets) se someta a la
influencia de la burguesía, nuestra misión sólo puede consistir en
explicar los errores de su táctica de un modo paciente, sistemático,
tenaz y adaptado especialmente a las necesidades prácticas de las
masas. Mientras estemos en minoría, desarrollaremos una labor de
crítica y esclarecimiento de los errores, propugnando al mismo
tiempo la necesidad de que todo el Poder del Estado pase a los
Sóviets de diputados obreros” (Lenin, Las Tesis de Abril,
pg 5)
No obstante, Lenin no tiene la menor
duda de que los Sóviets (asambleas democráticas) en cada barrio,
fábrica, campo y cuartel son la futura forma de gobierno del
pueblo, el futuro Estado, no sólo para organizar la vida
económica, política y social del pueblo, sino también para
rechazar los intentos de la burguesía y del zarismo para recuperar
el poder.
“El Estado, en el sentido estricto de
la palabra, es un poder de mando sobre las masas ejercido por
destacamentos de hombres armados alejados del pueblo. Nuestro nuevo
Estado naciente es también un Estado, pues necesitamos de
destacamentos de hombres armados, necesitamos del orden más severo,
necesitamos recurrir a la violencia para reprimir despiadadamente
todos los intentos de la contrarrevolución, ya sea zarista o
burguesa (...)” (Lenin, Las Tesis de Abril, pg 52)
Para impedir la contrarrevolución, es
imprescindible la creación de milicias armadas bajo control de los
Sóviets, o, lo que es lo mismo: el pueblo en armas.
“...La sustitución de la policía
por la milicia del pueblo es una transformación que se ha derivado
de todo el proceso revolucionario y que se está realizando
actualmente en la mayoría de los lugares de Rusia (...) Sólo hay un
medio de impedir la restauración de la policía: crear una milicia
popular y fusionarla con el ejército (sustitución del ejército
permanente por el armamento de todo el pueblo). A esta milicia
deberán pertenecer absolutamente todos los ciudadanos y ciudadanas,
desde los quince hasta los sesenta y cinco años (Lenin, Las Tesis
de Abril, página 36)
En cuanto al término “democracia”,
hoy día su empleo genera un encendido debate en los círculos
revolucionarios, ya que unos piensan que el término ya está
demasiado devaluado por el capitalismo (cuya revolución
democrático-burguesa ha identificado “democracia” con
“parlamentarismo” y con votar cada cuatro años a una serie de
políticos-monigotes de banqueros y grandes empresarios que nos van a
controlar hasta las próximas elecciones) mientras que otros piensan
que la auténtica democracia todavía está por llegar y que está
presente en los Sóviets. La opinión expresada por Lenin sobre
este tema en “Las Tesis de Abril” es, a la vez, científica y
práctica: científicamente, la democracia es una forma de Estado
y los comunistas estamos a favor de la desaparición de cualquier
Estado. No obstante, la palabra “democracia” está muy arraigada
en la conciencia de la clase trabajadora. Por este motivo, siempre
que se destine a labores de agitación y propaganda para atraer a las
masas, se puede hacer uso de dicha palabra, siempre que se
diferencie entre “democracia” burguesa y la democracia de los
Sóviets (la auténtica democracia).
“La democracia es una de las formas
del Estado, y nosotros, los marxista, somos enemigos de todo Estado.
(...) Hay que mirar hacia adelante y no hacia atrás, no hacia la
democracia de tipo burgués habitual, que afianzaba la dominación de
la burguesía habitual con ayuda de los viejos órganos de
administración, de la policía, el ejército y la burocracia
monárquicas. Hay que mirar hacia adelante, hacia la nueva democracia
naciente, que va dejando ya de ser una democracia. (...) La palabra
“democracia”, aplicada al Partido Comunista (...) es una
anteojera puesta al pueblo revolucionario que le impide emprender con
libertad, intrepidez y propia iniciativa la edificación de lo nuevo:
los Sóviets de diputados obreros, campesinos, etc., etc., como único
Poder dentro del “Estado”, como precursor de la “extinción”
de todo Estado.” (Lenin, Las Tesis de Abril, pgs 52 y 53)
Conclusión: a nivel científico, los
marxistas no luchamos por la “democracia” (ya que la “democracia”
es una forma de Estado y nuestro objetivo final es acabar con la
existencia de cualquier Estado) pero los marxistas sí luchamos por
el sistema más democrático que ha conocido la historia de la
humanidad, y que las masas identifican como auténtica democracia: la
libertad de decidir nuestro propio destino a nivel económico, social
y político de forma libre, igualitaria y solidaria, acabando con las
clases sociales, con los opresores y los oprimidos. Sólo así el ser
humano será libre.
4. La cuestión agraria.
La cuestión agraria no era un tema
precisamente baladí en la Rusia de principios del siglo XX, no sólo
porque el país, a nivel económico, era casi exclusivamente agrario,
sino porque el grueso del ejército zarista estaba formado por
campesinos. Lenin tenía que buscar un equilibrio en su proyecto de
Reforma Agraria, que limitase la tendencia del campesinado a
convertirse en un pequeño propietario pero sin quitarle la ilusión
ni el incentivo de producir alimentos para el nuevo sistema
proletario. La solución, de nuevo, está en los Sóviets: aunque
la tierra es propiedad del nuevo Estado proletario, a nivel local
los campesinos tienen la libertad de organizar la producción a
través de los sóviets de campesinos y braceros. Sólo con el
ejemplo práctico y la explicación paciente y constante, los
campesinos abandonarán la pequeña hacienda y se orientarán a la
gran colectivización, necesaria para el desarrollo industrial del
país.
“...como partido del proletariado,
tenemos la obligación absoluta no sólo de presentar sin demora un
programa agrario (...) sino también de propugnar (...) diversas
medidas de realización inmediata. Debemos exigir la nacionalización
de todas las tierras (...) que todas las tierras existentes en el
país pasen a ser propiedad del Poder Central del Estado (...)
prohibir todo subarriendo de la tierra (...)
Mas el derecho de disponer de la
tierra y a determinar todas las condiciones locales para su
posesión y disfrute, no debe encontrarse en modo alguno en manos de
la burocracia, de los funcionarios, sino plena y exclusivamente en
manos de los Sóviets de diputados campesinos regionales y locales.
Para mejorar la técnica de la producción de cereales, aumentar las
proporciones de ésta, desarrollar las grandes haciendas agrícolas
racionales y efectuar el control social de las mismas debemos tender
dentro de los comités de campesinos a transformar cada finca
terrateniente confiscada en una gran hacienda modelo, bajo control de
los Sóviets de diputados braceros (...)
el Partido proletario debe explicar que
el sistema de la pequeña hacienda (...) no está en condiciones de
liberar a la humanidad de la miseria ni de su opresión. (...) el
Partido del proletariado debe exhortar a los campesinos a efectuar
sin tardanza y por propia iniciativa las transformaciones agrarias y
la confiscación inmediata de las tierras de los terratenientes por
acuerdo de los diputados campesinos en cada lugar.” (Lenin, Las
Tesis de Abril, páginas 37 y 38)
5. El Internacionalismo efectivo.
La II Internacional fracasó
definitivamente cuando fue incapaz de superar sus prejuicios
chovinistas tras el estallido de la 1ª Guerra Mundial, y cada
partido socialdemócrata apoyó los intereses (capitalistas) de sus
propios países en la contienda, colaborando de facto en el asesinato
mutuo de la clase obrera internacional a manos de intereses
capitalistas. En ese momento, Lenin rompió definitivamente con la II
Internacional y la consideró una herramienta herida de muerte. Por
lo tanto, su objetivo era crear una nueva Internacional
auténticamente revolucionaria.
“Debemos llamarnos Partido Comunista,
como se llamaban Marx y Engels. Debemos repetir que somos marxistas y
que nos basamos en el Manifiesto Comunista (...) Los obreros no
tienen patria: la “defensa de la patria” en la guerra
imperialista es una traición al socialismo. (...) (Lenin, Las
Tesis de Abril, pg 51)
“Sólo hay un internacionalismo
efectivo, que consiste en entregarse al desarrollo del movimiento
revolucionario y de la lucha revolucionaria dentro del propio
país, en apoyar (por medio de la propaganda, con la ayuda moral y
material) esta lucha, esta línea de conducta, y sólo ésta en todos
los países sin excepción. Todo lo demás es engaño y manilovismo
(alusión a un personaje de “Las almas muertas” de N. Gogol.
Es sinónimo de placidez, sentimentalismo dulzarrón y fantasía
(nota del articulista)” (Lenin, Las Tesis de Abril, pg
41)
“Estamos obligados, nosotros
precisamente, y ahora mismo, sin pérdida de tiempo, a fundar una
nueva Internacional Revolucionaria, proletaria; mejor dicho, debemos
reconocer sin temor, abiertamente, que esa Internacional ya ha sido
fundada y actúa.” (Lenin, Las Tesis de Abril, pg 49)
Lenin se refiere a grupos
auténticamente internacionalistas revolucionarios como “El grupo
Espartaco” en Alemania (con Carlos Liebknecht y Rosa Luxemburgo),
parte del Partido Socialista Británico y del Partido Laborista
Independiente, el Partido Socialista Obrero de Estados Unidos de
América, etc (hay una lista detallada en las páginas 44, 45 y 46 de
“Las Tesis de Abril”). Para describir cómo debe ser la actuación
de un verdadero internacionalista revolucionario, Lenin pone como
ejemplo a Carlos Liebknecht.
“Carlos Liebknecht ha hecho un
llamamiento a los obreros y soldados de Alemania, invitándoles a
volver las armas contra su propio gobierno. Y lanzó este llamamiento
abiertamente, desde la tribuna del Parlamento (Reichstag). Luego,
llevando consigo proclamas impresas clandestinamente, se encaminó a
la plaza de Postman, una de las mayores de Berlín, para participar
en una manifestación bajo la consigna “¡Abajo el gobierno!” Fue
detenido y condenado a presidio, donde está actualmente recluido,
como cientos o quizá miles de verdaderos socialistas alemanes
encarcelados por luchar contra la guerra. (Lenin, Las Tesis de
Abril, pg 44)
6. La cuestión nacional.
Lenin también tiene tiempo de hablar
sobre la cuestión nacional en sus tesis. De hecho, no podía dejar
de hacerlo, ya que el Imperio Ruso era un monstruo burocrático que
mantenía oprimidos a numerosos pueblos europeos y asiáticos. De
nuevo, Lenin armoniza el derecho de los pueblos a la
autodeterminación con la necesidad de la unión de todos los
proletarios del mundo.
“...en la cuestión nacional, el
partido del proletariado debe defender, ante todo, la proclamación y
realización inmediata de la plena libertad a separarse de Rusia para
todas naciones y nacionalidades oprimidas por el zarismo (...) El
partido del proletariado aspira a crear un Estado lo más grande
posible, ya que eso beneficia a los trabajadores; aspira al
acercamiento y la sucesiva fusión de las naciones; mas no quiere
alcanzar ese objetivo por la violencia, sino exclusivamente por medio
de una unión libre y fraternal de los obreros y las masas
trabajadoras de todas las naciones” (Lenin, Las Tesis de Abril,
pg 39)
7. Epílogo del articulista: Lenin
contra el dogmatismo.
La exposición científica de Lenin
convenció a la mayoría de los bolcheviques, que votaron a favor de
esta nueva línea estratégica. En cuanto a los líderes bolcheviques
en Petrogrado, Stalin abandonó la postura del “Defensismo
revolucionario” y apoyó las tesis de Lenin, mientras que Kamenev
siguió creyendo que Rusia debía pasar por una etapa
democrático-burguesa que desarrollara las fuerzas productivas.
Para concluir, quiero simplemente
señalar que la idea fundamental de “Las Tesis de Abril”
es la misma que se desprende de todas las obras de Lenin, esto es,
que el marxismo no es un dogma inalterable ni una fórmula
infalible para conseguir el éxito en los procesos revolucionarios.
En “Las Tesis de Abril” Lenin tuvo que repetir principios
del método marxista que, para todo marxista que se considere como
tal, ya deberían estar más que asumidos:
“El marxismo exige de nosotros que
tengamos en cuenta con la mayor precisión y comprobemos con toda
objetividad la correlación de clases y las peculiaridades concretas
de cada momento histórico. Nosotros, los bolcheviques, siempre nos
hemos esforzado por ser fieles a este principio, incondicionalmente
obligatorio si se quiere dar un fundamento científico a la política.
“Nuestra doctrina no es un dogma, sino una guía para la acción”
decían siempre Marx y Engels, burlándose con justicia de quienes
aprendían de memoria y repetían, sin haberlas digerido, “fórmulas”
que, en el mejor de los casos, sólo podían trazar las tareas
generales, que necesariamente cambian en correspondencia con la
situación económica y política concreta de cada período
particular del proceso histórico” (Lenin, Las Tesis de Abril,
pg 10)
“...el marxista debe tener en cuenta
la vida misma, los hechos exactos de la realidad, y no continuar
aferrándose a la teoría del ayer, que, como toda teoría,
únicamente traza, en el mejor de los casos, lo fundamental, lo
general, y sólo de un modo aproximado abarca la complejidad de la
vida” (Lenin, Las Tesis de Abril, pg 12)
Excelente artículo!!! me fue de mucha ayuda para entender la visión de Lenin al llegar a Rusia después de la Revolución de Febrero y Marzo de 1917, tan distinta a las posciones que el partido bolchevique venía teniendo, acercándose a los conciliadores, apoyando la guerra imperialista desde el defensismo y esperando del gobierno provicional la revolución democrático burguesa.
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