Crítica a la obra de Ludo Martens
“Otra mirada de Stalin”
Prólogo del articulista: ¿Es
Stalin inviolable y sagrado?
La figura de Stalin no conoce término
medio: o es odiado en extremo o es adorado incondicionalmente. Esta
visión contradictoria y ambivalente es, sin duda, fruto de análisis
parciales e interesados. Tanto unos como otros, han utilizado la
figura de Stalin para defender sus propias tesis, amoldando al hombre
según sus intereses y propósitos: para los capitalistas, Stalin es
un monstruo sanguinario y genocida al mismo nivel que Hitler (según
datos de autores “objetivos” capitalistas, las víctimas de
Stalin se cuentan por decenas de millones de personas); para los
trotskistas, Stalin fue una marioneta de la burocracia de la URSS,
una persona mediocre, egocéntrica con delirios de grandeza,
semi-analfabeto y brutal (en contraposición a Trotsky, un brillante
intelectual y “legítimo heredero” de Lenin); para intelectuales
“de la vieja escuela”, Stalin era sencillamente perfecto,
personificación del bolchevismo, del marxismo-leninismo y de la
propia revolución y además era su máximo defensor, una especie de
“padrecito” rojo: duro pero justo. Ninguna de estas tres
versiones coincide con la realidad. No obstante, estas tres
corrientes ideológicas parten de realidades objetivas indiscutibles.
Lo que varía y distorsiona la realidad son las interpretaciones que
tal o cual autor da a esos datos objetivos. En esta ocasión, me voy
a centrar en la última de las tres corrientes, en la defensa (casi)
incondicional de Stalin.
En determinados círculos marxistas,
criticar acciones concretas de Josef Stalin y del Comité Central del
Partido Comunista de la Unión Soviética durante los años 1926-1953
es sinónimo de sacrilegio, algo imperdonable, que va acompañado de
una retahíla de insultos dirigidos a la persona que se atreva
cometer semejante pecado, siendo algunos insultos científicos y
cultos (revisionista, trotsko-fascista, menchevique, etc.) y otros,
mucho más vulgares (estúpido, cabrón, imbécil, etc.).
De ahí la pregunta que encabeza el
prólogo: ¿Es la figura de Stalin inviolable y sagrada? ¿Stalin no
cometió ningún error en toda su vida? ¿Todo lo hizo perfecto?
Partiendo de la base de que el objetivo
de un marxista no es levantar monumentos o poner velitas en el altar
de momias revolucionarias del pasado (literales y figuradas) sino
analizar el pasado para transformar el presente (destruir el
capitalismo) y conseguir, en un futuro, el comunismo (la desaparición
del Estado y las clases sociales) sin duda es incorrecto negarse a
analizar, de manera crítica, imparcial e incluso implacable, el
papel político, económico y social que tuvo un personaje tan
importante para la URSS y para el mundo entero como Stalin. Sólo
analizando de manera implacable este período histórico evitaremos
cometer los mismos errores. Porque, resulta evidente, que se
cometieron errores, porque si no, hoy día el capitalismo sería un
mero recuerdo y todos los pueblos del planeta vivirían en paz y
armonía en una unión de repúblicas socialistas internacionales o,
incluso, en el comunismo.
¿Qué errores cometió el partido
bolchevique? ¿por qué no pudo cumplir su principal objetivo: acabar
con el capitalismo a nivel internacional?
Para responder a esta pregunta, no hay
otro camino que ir a las fuentes históricas y a los estudios y
ensayos (de todo pelaje) dedicados al tema. Y no sólo leer y
estudiar lo que nos gusta, sino también lo que no nos gusta. Y no
sólo hay que leer a Marx o a Lenin (que ahí todos los marxistas
coincidimos), sino también a Stalin o a Trotsky, por mucho que nos
joda, porque obviar profundizar en la vida y obra de dos agentes y
testigos directos de la Revolución Rusa y del desarrollo posterior
de la URSS, es un error que no podemos cometer. Hay que leer a Ludo
Martens; hay que leer a Mario Sousa; hay que leer a Ted Grant; hay
que leer a Alan Woods; hay que leerlos y contrastar la información.
Sólo así nos aproximaremos a la realidad.
Ludo Martens (1946-2011) fue fundador y
ex-presidente del Partido del Trabajo de Bélgica, y luchó durante
toda su vida (a nivel teórico y práctico) en lanzar una ofensiva
constante contra lo que él consideraba movimientos revisionistas
dentro del marxismo-leninismo. Su ensayo más famoso, “Otra mirada
de Stalin”, es una obra clave dentro del Estalinismo y libro de
cabecera a la hora de defender, contra viento y marea, el papel de
Stalin en el desarrollo de la URSS. La principal virtud del libro es
que desmonta muchas falacias y manipulaciones del capitalismo; su
principal defecto es que, en muchas ocasiones, dice medias verdades y
se calla muchas cosas de vital importancia, con el único objetivo de
justificar acciones discutibles de Stalin y del Comité Central. Mi
intención, con estos artículos críticos, es separar el grano de la
paja, derribar prejuicios y justificaciones y conseguir datos
concretos valiosos para transformar la sociedad actual.
Utilizaré la edición de estudiocaos,
con diseño y diagramación de Carlos Moreno Rodríguez. Para
abreviar, cada vez que cite pasajes de “Otra mirada de Stalin”
utilizaré la abreviatura “O.m.d.S”
Próximamente, comenzaré mi crítica
analizando la introducción de la obra: “La actualidad de Stalin”
Artículo muy objetivo . Evidentemente nadie es sagrado e intocable y Stalin tampoco.
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